360° de Futbol.

Pepe del Bosque
@pepedelbosque








jueves, 13 de mayo de 2010

Messi el mejor


No sepuede ser más poético que Lio y, por tanto, no intentaré describir con adjetivos la aparición sobrenatural de un tipo normal.
Encarna, como ya he repetido
en sus 12 Momentos, la normalidad de un genio y un genio, precisamente, es incomparable con otros.

Su don, como el de Pele o el de Diego Maradona, es la singularidad, su cualidades
irrepetibles, sus soluciones a encrucijadas sin salida para el resto de los mortales, son, simplemente, un insulto a la normalidad de los otros. Esquiva, regatea, se cae y se levanta con la espontaneidad de un niño que se bebe su chocolate frío y con la felicidad del que trae las rodillas rotas después de una tarde jugando al fútbol en el barrio.

Es rosarino, argentino, diferente. Tanto que aún no lo entienden en su tierra y ni siquiera importa el porqué, que de absurdo y lánguido, da pena siquiera comentar. No son estas letras de resentimiento ni de revanch
a, sino de admiración y culto, como quien se admira ante una obra de arte que le llega al alma.
Porque preciamente es eso el arte, el alimento del alma y del espíritu, aquello que nos hace hombres incapaces de imitar la luminosidad ajena, pero suficientemente agradecidos como para apreciarla, disfrutarla y decirnos suavemente: "somos contemporáneos de Lionel Messi".
Y pensar que la avaricia de la crítica interesada ha repetido que sin Xavi y sin Iniesta, Leo no era nada, o que Cristiano Ronaldo era clarísimamente mejor que el rosarino. Han estado
detrás de una reacción de Messi un día sí y otro también, pero no han podido porque Leo juega y ni siquera responde en el campo.

Simplemente juega, tiene alma de potrero y la sonrisa de quien ha cometido una travesura sin querer, de quien define el clásico como un partidito, no porque falte el respeto al rival, sino porque se lo toma como una cita con el juego tal día a tal hora, por el honor del barrio, que lo espera allá lejos, pero espera.
Y llega al Bernabéu subido en la cresta de la ola de los reconocimientos y con la unanimidad mundial de que ya hay un nuevo Rey del Fútbol. Ya está entre los grandes, ya es uno de ellos y lo que es más admirable aún: desde la normalidad más apabullante.
Lionel Andrés Messi, rosarino, argentino, culé, buen tipo y un genio. Es el mejor jugador del mundo. Las dudas, a veces ofenden, pero las certezas nos gritan a la cara las estupideces cometidas. Más de uno se pondrá una máscara, si aún le queda algo de honradez.




Porque Messi es el mejor
Es muy sencillo hablar del pibe de oro cuando es el jugador que más goles anota, el compañero que más asistencias realiza y el crack que más y mejor regatea mientras las defensas rivales se cierran y lanzan la llave del candado al foso de los cocodrilos.

Lio me gustaría matizar, no es una estrella porque no brilla en las pasarelas que edifican de comunes mortales, mitos sobrehumanos. Leo no es una estrella porque, después de la aparición mediática de deportistas más allá de los campos de juego, él se erige y se postula como jugador de fútbol.

Supera la ficción, los montajes y las fábricas de sueños con la gambeta del barrio, con el espíritu colectivo aprendido en La Masía, y con el compromiso hacia los otros, el mundo, enseñado por su familia, gente de bien como pocas en relación con las que habitan el horizonte de luces, glamour y fama millonaria.

Y en esto, en la matización entre estrella y jugador de fútbol, tiene mucho que ver su padre, Jorge Messi, el rostro visible del entorno de Leo. Perfil bajo, preocupado porque su hijo juegue, divierta y no se salga jamás de su rol humano de futbolista, ha sabido y sabe llevar el peso de las luces distractorias.

Lionel Messi es el mejor jugador del mundo no sólo porque marque, asista y regatee como nadie, sino porque lo hace en silencio y elige en el lugar donde se ven los pingos, ser un hombre, un compañero y un ejemplo de grandeza deportiva.

Porque es exigible un comportamiento ejemplar a figuras del relieve del rosarino, y su ejemplo es deportivo pero también humano. La donación a la Cruz Roja lo dignifica como hombre comprometido con su tiempo; es agradecido con su hogar deportivo -La Masía- y quiere más que nada en el mundo darle una alegría a su país en mundial.

A pesar de todo, nuestro TOP 1 en los Ránkings Castrol ha sido víctima del ninguneo y de la falta de respeto. Frases del tipo en la selección no hace nada o sin Xavi e Iniesta no vale, han sido la estupidez recurrente de quienes le tienen miedo, de quienes miran para abajo cada vez que pisa ciertos estadios o enfrenta a ciertos rivales. Es indigno, pero ése y no otro, es el objetivo: que flaquee.

Pero no lo hace, nunca se arruga y permanentemente aparece cuando sus compañeros lo necesitan. Está, rápidamente, alcanzando cimas inimaginables para aquellos que argumentaban sólo en sus compañeros, su calidad. Si Xavi no aparece, Messi resuelve, si Iniesta está espeso, Leo define, si Touré juega al espacio, él lo ve y le regala un puñal en forma de pase.

Pues sí, Lionel Messi está superándose a sí mismo porque es su ley natural: ser el mejor y brillar colectivamente. Es lo que le han enseñado y lo que ha aprendido. Ser una pieza imprescindible en el mecanismo ideado por pep otro de sus grandes valedores.

En una orquesta sinfónica su violín es un elemento más de la perfección melódica; en un cuarteto de jazz, sus solos son equiparables a los de John Coltrane. Es, resumiendo, un jugador total porque sólo juega, no habla de sí mismo, y ofrece, una y otra vez, obras que perdurarán en la memoria.

Por eso es un clásico, como Cervantes, como Beethoven, como Obdulio Varela, como Michael Jordan, como Egon Schiele y como Tiger Woods. Es un clásico porque las barreras del tiempo son superadas por su trascendencia, por su don de gente, por el amor de su familia. "Todo lo que se hace realmente bien en la vida, puede ser considerado como arte". ¿Alguna objeción?

En Homenaje al maestro IVAR.

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