Por: Pepe del Bosque (@pepedelbosque)
El próximo domingo el Estadio Azteca acogerá una edición más del clásico del fútbol mexicano entre Chivas y América, un partido que va más allá de la situación actual de cada equipo y antepone, en teoría, la entrega, la pasión y el amor a la camiseta.
En los últimos años los clásicos dejaron de ser emocionantes, espectaculares y sobreviven comercialmente gracias al impacto mediático de la televisora dueña de sus derechos. Dos títulos en los últimos veinte años expresa que los llamados grandes del fútbol mexicano viven de su pasado, del campeonísimo de los 60's y el poderoso América de los 80's.
Hoy América es víctima de pésimos manejos directivos y empieza a sufrir una fuerte crisis, por otra parte Chivas intenta practicar un juego vistoso y propositivo, basado en jóvenes producto del trabajo en sus inferiores. Las dos caras de la moneda, la del imperialismo económico y la del trabajo en su producto interno, la de la Cartera y la Cantera, la del “americanismo” y la del “chivismo”, dos maneras de ser grandes que actualmente no bastan para triunfar en las últimas décadas.
En un clásico debe haber pasión, emoción, ambición y amor a la camiseta pero desafortunadamente el dinero, la fama, la moda y las tentaciones son elementos comunes en los jugadores que pertenecen a un club grande. El América insiste en comprar jugadores extranjeros de bajo nivel que no saben lo que pesa la playera “águila” pero bien arreglados por promotores, Chivas intenta canalizar la euforia de jóvenes que alcanzan la fama a temprana edad y se pierden en el camino por falta de formación. Chivas y América dos clubes grandes que funcionan diferente y tienen el mismo objetivo económico y deportivo.
El fútbol necesita que América y Chivas estén en buena forma; la competencia, las aficiones y la mercadotécnica piden a gritos que los grandes del fútbol mexicano triunfen, convenzan, den espectáculo y sobretodo le hagan un bien a nuestro fútbol que vive en una ilusión.
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